26 de octubre de 2011

La Oscuridad en el Modernismo



Antes de analizar el uso de los temas relacionados a la oscuridad y misterio en el Modernismo, se debe mencionar en qué consistió este movimiento. De acuerdo a la Biblioteca de la prosa modernista de habla hispana, el Modernismo tuvo influencia de varios estilos. Así tenemos que el romanticismo le aportó lo exótico y lo sobrenatural; el naturalismo, lo socialmente lúgubre; el prerrafaelismo, la espiritualidad, la delicadeza; el decadentismo, lo erótico, lo perverso, lo artificioso; el simbolismo, la obsesión por las analogías y la música verbal; el parnasianismo, la mitología y la visión de artes puros, utópicamente intocados por el aburguesamiento de la sociedad. Al parecer cada uno de los movimientos literarios conocidos entonces en Europa, sobre todo en Francia, y América contribuyó en algo a construir el Modernismo.
En los cuentos que he leído en mi clase de "Short Story", se pueden encontrar varias de estas características que reflejan la influencia de los diversos estilos. En ¨El caso de la señorita Amelia¨, por ejemplo, se encuentra el tema de lo sobrenatural. En la historia hay un personaje que no envejece y cuya edad se queda detenida en la niñez. La utilización de este tema se puede interpretar a través de la inocencia que otorgaba Rubén Darío a la juventud. Para el autor, así como para otros modernistas, los niños todavía no han sido corrompidos por la codicia del mundo moderno materialista. Justamente el protagonista de la historia se enamora de eso, de la pureza e inocencia de Amelia. Ya que ese era el estado perfecto (el arte puro) de ese ser, ella se queda detenida en ese momento, antes de ser dañada por lo mundano.
En ¨Cambio de luz¨ y ¨La Venda¨ se evidencian las características modernistas de la espiritualidad, el simbolismo y la obsesión por las analogías. En ambas historias se utiliza la ceguera como representación de la fe ciega. Los personajes principales enfrentan una crisis espiritual causada por la habilidad de poder ver el mundo. Es una analogía entonces que compara al sentido de la vista con el estudio y el conocimiento. Al develarse la venda de la ignorancia, las personas pierden esa fe ciega que es el camino hacia Dios. Precisamente, como explica María Sordo, Unamuno intenta descifrar el destino del hombre, el sentido del universo, y la incógnita de Dios (Sordo, 15).
En ¨Médium¨, en cambio, se expresa la característica de lo perverso. La ¨sonrisa tan rara, tan rara¨ de la hermana de Román causa escalofríos de solo imaginarla. Investigando sobre la ideología de este escritor de la generación del 98 se encuentra que las ideas sobre el hombre y el mundo que se desprenden de sus obras se inscriben a la perfección en la línea del pesimismo existencial” (Rincón Castellano). Cabe especular entonces que la sonrisa escalofriante es simbólica de lo cruel que puede ser la vida y como a veces parece que se estuviera riendo de nosotros.
Acorde a la crisis espiritual de principios del siglo XX, Baroja muestra su radical escepticismo religioso, social y económico. Esto queda claro en la siguiente cita del autor: "No existe verdad política y social. La misma verdad científica, matemática, está en entredicho, y si la Geometría puede tambalearse sobre las bases sólidas de Euclides, ¿qué no les podrá pasar a los dogmas éticos de la sociedad?". Esta duda y la sensación de que la vida no tiene sentido, se entrevé en una de las frases del párrafo inicial de “Médium”: “He analizado todo, he profundizado todo, y vivo intranquilo”. El escepticismo de Baroja da paso a su juego con lo sobrenatural, haciendo al lector reflexionar que si lo que supuestamente es cierto y real deja de tener sentido, se abre la posibilidad de que en lo irreal y oculto se pueda encontrar la verdad.
Referencias
Biblioteca de la prosa modernista de habla hispana. Características del modernismo. http://prosamodernista.com/caracteristicasdelmodernismo.aspx
Sordo, María (2003). La angustia como posible solución al problema entre fe y razón en Miguel de Unamuno, Sören Kierkegaard y Gabriel Marcel. Tesis presentada para la Universidad de las Américas Puebla. http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lhu/sordo_i_mm/capitulo1.pdf

14 de octubre de 2011

Analizando el género del Cuento

Ya que el cuento es parte del género literario de la narrativa, pienso que es importante antes que nada comprender este último término. De acuerdo a Gómez-Martínez, la narrativa hace referencia “a un relato que consta de una serie de sucesos (la historia), a través de la representación humana (el narrador, los personajes) y con posibles comentarios, implícitos o explícitos, sobre la condición humana (el tema)” (Proyecto Ensayo Hispánico). Gómez-Martínez reconoce la complejidad del término e indica que al existir una gran variedad de textos narrativos, cualquier definición puede resultar perjudicial para la creatividad de los autores.

Cabrera Infante proporciona varios ejemplos que nos muestran la antigüedad del cuento y sus diferentes representaciones a lo largo de la historia en varias regiones del mundo. Esto nos hace reflexionar en que no tiene sentido establecer una sola definición porque sería limitar un género muy rico y diverso. Creo que la diversidad del cuento va de la mano con la diversidad de las culturas del mundo, ya que el primero refleja a la segunda. Entonces, en lugar de tratar de definirlo, conviene mejor analizar posibles características que provean pautas de lo que es el cuento, sin cerrarnos tampoco a las mismas.

Respecto a algunas de las características mencionadas por los grandes de la literatura acerca del cuento, encontramos que Edgar Allan Poe pensaba que debe leerse de una sola sentada (no importa si toma 2 minutos o 2 horas) y que debe escribirse solamente si se conoce el final. Hemingway opinaba que el cuento debe ser un iceberg que no muestra todo para que el lector pueda trabajar. También propone la teoría de la “pistola”, la cual implica que si en el cuento aparece un elemento, como por ejemplo una pistola, hay que involucrar al mismo en el final de la historia para que tenga significado. Julio Cortázar consideraba que el cuento debe ganar por KO (“knock-out”), a diferencia de la novela que debe ganar por puntos. Decía además que debe tener un final epifanico y revelador donde todo se resuelva (Talleres de escritura creativa).

A pesar de la opinión descrita anteriormente, vemos que Cortázar no estaba de acuerdo con una definición cerrada del cuento cuando dice:

[...] Nadie puede pretender que los cuentos sólo deban escribirse luego de conocer sus leyes. En primer lugar, no hay tales leyes; a lo sumo cabe hablar de puntos de vista, de ciertas constantes que dan una estructura a ese género tan poco encasillable; en segundo lugar, los teóricos y los críticos no tienen por qué ser los cuentistas mismos, y es natural que aquéllos sólo entren en escena cuando exista ya un acervo, un acopio de literatura que permita indagar y esclarecer su desarrollo y sus cualidades (Paredes 32).

Me parecen muy relevantes las opiniones de los expertos ya que nos dan una luz sobre la intención de los autores para escribir sus cuentos, pero pienso que también es importante considerar al lector. Hay lectores que pueden leer de una sola sentada cuarenta páginas y otros que se toman su tiempo en cinco. Inclusive, la reacción del lector puede variar de acuerdo al autor. Por ejemplo, yo puedo leer cien páginas en una sola sentada pero en el caso de Borges, recuerdo que me tomó algunos días “digerir” el único cuento que me he leído del gran escritor argentino.

En cuanto al cuestionamiento sobre la diferencia entre lo que llamamos un “cuento” informal y el “cuento” que pertenece al género literario, pienso que el profesor Fernando Valls, de la Universidad Autónoma de Barcelona nos da una pauta en su discusión sobre el cuento y relato. Nos recuerda que “el término cuento ya se usaba en el siglo XIX para designar la narrativa breve, conviviendo con otros como relación, que Fernán Caballero opone a cuento popular, y leyenda (Bécquer); mientras que el concepto de relato, tal y como lo entendemos hoy, aparece en los últimos años sesenta” (Talleres de escritura creativa). Valls explica que tal vez debido a que el cuento era un término con demasiados significados, alguno de los cuales le proporcionaban una naturaleza negativa, en 1988 el narrador Fernando Quiñones pidió que se sustituyera por relato.

Según Valls, en general el cuento se clasifica en literario y popular. Explica que el popular se refiere a cuentos tradicionales, de hadas, leyendas, y mitos que son transmitidos por tradición popular y que el término relato se contraponía a ésta última clasificación popular, en el sentido de que relato no significaba más que cuento literario. Dice además que el cuento es una narrativa en prosa de hechos imaginarios y que el relato por su parte admite hechos no ficticios, pero nos recuerda que en la literatura nada es definitivo (Talleres de escritura creativa).

Tampoco podemos encasillar ciertas regiones del mundo a la creación de géneros determinados. Leí un ejemplo de esto en la presentación de la antología de cuentos “McOndo”. Un grupo de escritores latinoamericanos que se encontraban en un taller de escritura que ofrecía la Universidad de Iowa, recibieron la oportunidad de publicar en inglés. Pero el pequeño problema es que lo que se esperaba de ellos es que escribieran “realismo mágico” y por esta razón los textos de dos de los escritores involucrados en aquella iniciativa fueron rechazados (McOndo). Es una historia muy interesante que demuestra esa tendencia que tenemos los profesionales, y los seres humanos en general, de querer encasillarlo todo.

Ahora que estoy estudiando sobre la interdisciplinariedad, estoy reflexionando sobre el peligro que representa para la educación, poner límites a los temas de estudios. Pienso entonces que en la literatura es importante hablar sobre géneros, para tener una guía que nos ayude en la lectura y comprensión, pero debemos mantenernos abiertos a distintas posibilidades y propuestas para permitir que los autores nos sorprendan.