A inicios de este año tomé una clase de Literatura Internacional del Siglo XX. Ya en otro post comentaré lo que se considera “Literatura Internacional” en una clase del departamento de Inglés de una institución norteamericana, por lo menos en la Universidad de Tennessee, la cual ha sido mi experiencia. Por ahora, comparto mis impresiones de la última obra leída durante el semestre, "The City and the City (La Ciudad y la Ciudad)" del autor británico China Mieville.
Para comenzar, pienso que el trabajo de Mieville es una excelente obra para analizar desde el punto de vista técnico de la escritura. Todo trabajo de ficción involucra la creación de un mundo, de un universo para otorgar el ambiente en el que se desarrolla la historia. En la novela de Mieville se enfatiza de sobremanera este proceso creativo ya que la trama depende totalmente de este mundo ficticio donde dos ciudades se superponen, conviven, comparten espacios, pero donde, las reglas imponen una indiferencia, un pretender que son dos ciudades separadas y donde los ciudadanos de cada cual son sometidos a “no ver” (“unsee”) al “otro”.
Este ejercicio de imaginar que los personajes aceptan vivir bajo leyes y reglas tan absurdas donde comparten espacio, calles, edificios con otros seres y objetos pero que deben hacer de cuenta que no es así y son obligados a reconocer fronteras descabelladas, a primera vista es difícil, come lectora, me resistí al inicio.
Pero a medida que le das una oportunidad a Mieville de contarte de este mundo disparatado, descubres que no se aleja mucho de algunas cosas que vemos o más bien NO vemos en nuestro mundo “real”. A mí me hizo pensar en las muchas veces que en un semáforo de mi ciudad natal, hice de cuenta que no había alguien pidiendo limosna, o niños trabajando en la calle, haciendo malabares o vendiendo chicles. Claro, sería muy abrumador pensar constantemente en lo cruel realidad de muchas personas que comparten una ciudad, un país con nosotros pero muchos nos vamos al otro extremo y comenzamos a hacer de cuenta que esas personas no existen. Creamos el hábito de bloquear ciertas imágenes.
Por supuesto está el tema de las fronteras, líneas invisibles creadas por gobiernos y poderes y que las personas en general somos obligadas, a veces con violencia, a respetar. El autor ha indicada en algunas entrevistas que él no estaba pensando en ninguna frontera o conflicto político específico pero cuando una de las ciudades de su novela ha sido perfilada como una típica ciudad europea y la otra como una con claros ecos del medio oriente… pues da para pensar. Es lo maravilloso de tener la libertad como lector para interpretar con el cuidado de no pretender que se conoce la intención del autor.
El final me dejó con un sabor amargo. Me esperaba algo más grandioso pero a lo mejor debía terminar así porque el autor ya estaba pensando en una secuela así es que no podía haber una resolución total. En fin, si te gusta la novela de ciencia ficción (la profesora de la clase que les cuento la clasificó dentro del género de ficción especulativa), crimen, un poco al estilo noir - no creo que tenga los elementos para ser considerada completamente negra - pues recomiendo este libro, sobre todo si eres escritor porque te brinda la oportunidad de analizar y aprender cómo este autor trabaja la creación del mundo, leyes y ambiente de su intrigante historia.
1 comentario:
Pienso que es interesante cuando una novela no termina como uno quisiera, ese sabor amargo del que tu hablas, es lo que nos lleva a querer saber más, y tal vez volver a leer al autor. Me pareció interesante tu punto de vista de las fronteras de las dos ciudades que en realidad son la misma. Es como en la vida personal cuando uno se empeña en "ver" las cosas de una forma (según nuestros prejuicios o costumbres sociales), cuando la "realidad" nos presenta un mundo mas amplio y completamente diferente. Un bueno libro para tener en cuenta.
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AE
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