Me refiero al tornado del consumismo. Una semanita por la ciudad del sol me ha dejado con el cupo de la tarjeta de crédito casi al límite. Es impresionante los 10.000 lugares para hacer shopping y tantas, tantas cosas que te marean y te hacen perder la noción de la realidad. Cada blusa, cada par de zapatos es más bonito que el que viste en la última tienda y encima ON SALE, 50% de descuento, llevas dos y te regalan uno, o sea... -¿cómo no aprovechar esa oportunidad?- te dices, cayendo en la trampa. Y todo lo que se te ocurre es comprar y comprar, y dejarte arrastrar en una carrera maratónica para que te alcancen las horas y lograr entrar a cada tienda del gigantesco mall. ¡Nueve horas en el Sawgrass Mills! Yo que detesto ir a los centros comerciales en mi ciudad. ¿Qué me pasó?
La culpa es de Miami. No hay manera de evitar la tentación. Prohibido viajar allá por los próximos tres años, cuando necesitaré por supuesto renovar el armario...
1 comentario:
ja, sinceridad al paso lo suyo. Y bua, eso de fijarse límites (3 años, dice?) es bueno, y mirate Despojado de mi blog, si gustás, que por contraste quizás te bajan las revoluciones compradoras, ja!
no hay vuelta, lo importante de los relatos es cuan en carne lo siente el que lo formula, y acá se ve ue los zapatos te pudieron, jajaj
un beso.
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