5 de junio de 2011

¿Es que no tiene derecho una pobre mujer a respirar con libertad?




En un día como hoy, hace 113 años, nació Federico García Lorca (5 de junio de 1898 Fuente Vaqueros, Granada, España), uno de los más importantes dramaturgos y poetas del siglo XX. En homenaje a su memoria y trabajo, comparto con ustedes el inicio de una conferencia que preparé sobre sus obras La Casa de Bernarda Alba y Bodas de Sangre. Espero poder presentar esta conferencia próximamente en una universidad de mi país.

Hay cosas encerradas dentro de los muros que,

si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo.

Federico García Lorca

Silenciadas entre las paredes: La mujer en La casa de Bernarda Alba y Bodas de Sangre

Considerando que no fue hasta 1946 y 1949 respectivamente que Mary R. Beard y Simone de Beauvoir publicaron sus estudios feministas Woman as Force in History y Le Deuxiéme Sexe, el dramaturgo español Federico García Lorca, quien trató de concientizar al público sobre la situación injusta de la mujer en la España del siglo XX, puede ser visto como un pionero en la defensa de los derechos de las mujeres. Tal como Ana María Ramírez afirma, “Nadie como García Lorca ha mostrado con más verismo la vida de muchas mujeres que han protagonizado una silente tragedia de deseos, de ilusiones, y esperanzas reprimidas o ahogadas por la tiranía de distintos seres” (2).

La preocupación de Lorca por la mujer provenía en gran parte de su solidaridad por los sectores marginados de la época. Así lo explica Leticia Taylor: “García Lorca cries with the weak, the suffering, the underprivileged. He is a humanitarian and dreams of a perfect state of things” (33).

Un ejemplo de este espíritu humanitario por diversos tipos de grupos marginados queda ilustrado durante la estancia del poeta granadino en Nueva York. A pesar de que Lorca no sintió mucha afinidad por la cultura anglosajona, se encontró en cambio bastante atraído hacia la vida nocturna de Harlem. Los ritmos de los cantantes de blues llamaron su atención de la misma manera que lo habían hecho durante su niñez los gitanos andaluces (Honig 14). Probablemente esto haya sido porque el canto del blues tiene ese tono de lamento y melancolía que es característico del cante gitano.

Ese eco de sufrimiento que llegaba a Lorca de los negros es ilustrado por Honig: “He wandered through Harlem streets by day and saw into the dark suffering of the crowded houses where the great negro was prisoner in a janitor’s uniform” (14). Dice Leticia Taylor sobre las impresiones de Lorca durante su estancia en Nueva York: “The injustice of man toward man in this chaos of opulence and misery filled him with the same kind of pity and sadness that he had in Spain for his ill-treated gypsies” (33).

Este sentimiento de solidaridad hacia los grupos discriminados, se dio seguramente debido al propio aislamiento sufrido por Lorca a causa de su homosexualidad. De acuerdo a Walter Dobrian, Lorca se sintió a lo largo de su vida marginado y perseguido por la sociedad por ser diferente del resto. Cuenta que los compañeros del poeta durante el segundo curso de su escuela granadina, “se reían de su aspecto un tanto afeminado, llamándole cruelmente Federica” (464). Inclusive su profesor, un hombre intolerante de mentalidad machista, lo hacía sentar en la última fila para no tener que verlo (Dobrian 464).

Este repudio afectó grandemente a Lorca e impidió que tuviera la libertad de expresar sus sentimientos románticos abiertamente. Tanto así, que llegó a cambiar el titulo de al menos uno de sus poemas por temor a los prejuicios sociales que pudieran causar a su propia persona y al destinatario. Es así que el titulo “Soneto gongorino en que Federico manda a su amigo una paloma” fue cambiado a “Soneto gongorino en que el poeta manda a su amor una paloma” (Dobrian 465).

Impresiona el relato de Ian Gibson, quien cuenta que “después de su asesinato en 1936 en las afueras de Granada, uno de los asesinos se jactaba en la taberna [diciendo] – Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricen” (II: 487). Lorca fue perseguido brutalmente por la intolerancia hasta el día de su muerte.

Tiene sentido entonces pensar que, a través de la reflexión sobre la situación de la mujer en sus obras, Lorca estaba apelando también a la conciencia colectiva sobre la opresión sufrida por los homosexuales en España. Al escribir en Doña Rosita La Soltera: “¿Es que no tiene derecho una pobre mujer a respirar con libertad?” (Obras Completas, 1429), estuviera quizás haciendo también un comentario sobre el sentimiento de ahogo que lo embargaba al no poder manifestar su sexualidad a plenitud.

Al inicio del siglo XX en España, el sistema patriarcal exigía un estado de subordinación por parte de las mujeres. Esto era determinado, en primer lugar, por medio de una legislación basada en el Código Penal de 1870, el Código de Comercio de 1885 y el Código Civil de 1889. De acuerdo a esta legislación, las mujeres requerían la autorización de sus maridos para realizar actividades económicas, para la firma de contratos, y hasta para realizar compras de valores altos. No se les estaba permitido controlar su propio salario y este debía ser administrado por sus cónyuges (Ministerio de Educación de España).

El código penal instauró sanciones severas para las mujeres que no obedecieran u ofendieran a sus esposos. Por ejemplo, si el marido mataba o lastimaba a la esposa por adúltera, su castigo era únicamente el destierro temporal. Para una mujer en cambio, bajo las mismas circunstancias, la pena era prisión de por vida. Además del aspecto legislativo, la sumisión de la mujer se formaba dentro del ámbito social, el cual determinaba el rol de las mujeres. Este rol las relegaba a las labores domésticas y maternas; “cualquier intento de salirse de ese rol era duramente reprobado por hombres y mujeres, cuando no era objeto de burla y ridiculización” (Ministerio de Educación de España).

Esta realidad de la mujer española a inicios del siglo XX se ve fielmente reflejada en la trama y los personajes de Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. En 1933, el dramaturgo granadino, estrenó con gran éxito en el teatro Beatriz de Madrid Bodas de Sangre. La trama de esta obra se basa en un caso ocurrido en Níjar (Almería) el cual había recibido gran cobertura periodística años atrás. Lorca utilizó la decisión de una mujer de huir con un pretendiente del pasado en el día de su boda así como el consiguiente asesinato del susodicho a manos de un familiar del novio para edificar su trágica obra (Bodas 33, 34).

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